domingo, 18 de noviembre de 2012

Aterrador...

Siempre había temido al bosque de noche, podía observarlo con claridad desde mi ventana y con la obscuridad como marco observaba como sus ramas parecían trasformarse en aterradoras garras dispuestas a atraparme.. Siempre había temido aquel bosque de noche, aunque al final descubrí que había cosas que sin parecerlo eran aún más aterradoras..  Corría el año 1882 de nuestro señor, yo era una joven noble que vivía con sus tíos en una enorme mansión a las afueras de un diminuto pueblo de Inglaterra. Apenas tenía 17 años y sin embargo acompañando a mi tía había viajado por toda Inglaterra e incluso había visitado Londres y su maravillosa ciudad. Sin embargo mi tía era una mujer creyente y muy arraigada en sus costumbres y tradiciones, era tradicional y muy radical en lo concerniente al tema de la moral.  Me había vigilado y controlado hasta el hastío en nuestros viajes y me repetía una y otra vez que la única persona capacitada para elegir un buen marido era ella, pues todos sabían lo descarrilada que había sido mi madre y la mala vida que encontró con mi padre, lo único bueno que remarcaba que había salido de aquella relación era yo y ella se sentía en el deber y la obligación de asegurarme el mejor matrimonio posible que su estatus le permitiera..  Yo estaba agradecida, no me malinterpretéis, pero sentía que el amor que se reflejaba en los libros que devoraba con avidez era algo tan sublime que temía no llegar a sentirlo jamás.. Soñaba despierta con ese amor.. con esa pasión..  Un día mi tía me anunció una visita. Yo acudí al solárium como me había indicado y nada más llegar un caballero de unos 45 años con el pelo canoso y bastante apuesto me recibió. Serví el té tal y como me habían enseñado y mostré toda la cortesía que la impresión me permitió, pues al instante de verlo supe que mi tía ya había elegido.  Cada día llegaba a mi casa y nos sentábamos al sol de la mañana mientras él me preguntaba por mis gustos e intereses y él me contaba sobre sus negocios y viajes por Europa.  Era un hombre ciertamente interesante aunque me resultaba rudo y prácticamente analfabeto. Jamás había leído un libro y se jactaba de ser un excelente cazador y poseedor de la mejor finca de caza de todo el norte de Inglaterra. Yo lo observaba lánguidamente mientras soñaba con alguien distinto que me rescatara de aquel matrimonio con aquel hombre mayor, por muy rico que fuese..  Un día mi tía me aconsejó dar unas clases de piano para sorprender a mi prometido pues por todos era sabido que amaba la música por encima de todas las cosas. Una amiga suya le aconsejó que contratáramos a la misma persona que en su momento le enseñó a él y eso mismo hizo. Aquella misma tarde.. El joven más hermoso del mundo entró por la puerta del gran salón, el corazón se me salía del pecho y sólo podía contener la respiración intentando que no escapara desbocado.. Me senté a su lado en el piano y sus delicadas manos acariciaron las mías y yo me estremecí. Tenía hasta ganas de llorar de lo que todo mi ser sentía y clamaba.. Me había enamorado. Todos los días acudía a mi casa mi prometido por la mañana y era incapaz de concentrarme en sus palabras.. Sólo anhelaba que llegara la tarde y con ella mi amado..  Un día me estaba enseñando una pieza muy difícil de Mozart y al llegar a un punto le dije que no podía tocarlo pues con una mano en cada extremo tenía que pulsar una tecla en el centro y que precisaba pues tres manos.. Él dijo que otro genio de la música había dicho lo mismo pero Mozart tenía un truco para esa pieza y que sólo debía usar la cabeza.. Tras pensarlo un instante volví a tocar la última estrofa y sin más agaché la cabeza y la toqué con la nariz..  -Bravo..- gritó William y tras abrazarme con entusiasmo me besó apasionadamente. Sus besos y sus caricias me hicieron arder como yesca.. Escuchamos pasos y nos detuvimos al instante. Me miró un instante y se marchó..  Me torturé preguntándome que pensaría de mí.. Igual pensaba que era una fresca, que lo hacía con todos.. Cuando en verdad había sido mi primer beso.  Al día siguiente en cuanto estuvimos a solas le expliqué que era amor y no lujuria lo que me había movido a entregarme a sus besos.. Y él me confesó que me había amado desde un primer instante.  Hablamos largo y tendido y nuestras manos se entrelazaban y se unían en un ciclo sin fin.. Sin embargo antes de irse se mostró cabizbajo.. Le pregunté que sucedía y él me dijo que mi matrimonio era en apenas unos días.. El 17 de mayo.. Y que eso le entristecía.  Aquella misma noche hablé con mi tía no sobre mi amado sino sobre la posibilidad de posponer el matrimonio.. Pero mi tía me miró fijamente y me dejó muy claro que ese matrimonio se celebraría..  Desde entonces mi tía comenzó a vigilarme y William empezó a entregarme cartas de amor repletas de pasión y unas palabras tan bellas para describir lo que por mí sentía que sólo podía leerlas una y otra vez hasta memorizar sus palabras e imaginarlo a él repetírmelas..  En su última carta, el día antes de celebrar se el matrimonio, William me propuso fugarnos juntos tal y como había leído en mis novelas y me pareció tan romántico..  Aprovechando la soledad de mi alcoba cuando ya estaba preparada para casarme, tomé una bolsa y me metí en el carruaje saliendo por la otra puerta y corriendo hacía el bosque.. Anduve un largo trecho hasta reunirme con mi amado y una vez allí me llevó a una pequeña ermita. Un párroco nos casó y juntos caminamos por el bosque presa de nuestro propio deseo..  Y allí mismo me poseyó entre el follaje de aquel inmenso bosque..  Abrazada aún a su cuerpo temblaba y me sentía pletórica de amor..  Él comenzó a vestirse y yo lo observé con deleite y total devoción.. Me miró largamente y luego comenzó a hablar..  -Vístete.. Voy a llevarte a tu casa.  -a mi casa? que ocurre William..? He hecho algo mal?  - eres mucho más ingenua de lo que creía.. Ni ese cura era real.. Ni estamos casados.. Ni yo te amo..- dijo sin mirarme a los ojos.  -que? Esto es alguna especie de broma?- dije notando como las lágrimas empezaban a empañar mi visión.  -todo esto tiene que ver no contigo sino con Sir Leopold tu futuro marido.. Él una vez mancilló mi buen nombre acostándose con una mujer que él sabía que yo cortejaba y amaba y eso mismo acabo hacer yo..  - sólo era una venganza?  - ya tiene una carta en su poder donde le explico todo esto.. Puedes ir y casarte con él antes de que la lea y que no se atreva a montar el escándalo o bien dejar que esto estalle y así ahorrarte un matrimonio que no deseas.. En parte te he hecho un favor..  -nunca me has querido?  -nunca.. -Dijo mirándome a los ojos.  Junto a la bota que aún no se había puesto había una pequeña navaja.. La tomé y corrí.. Corrí y corrí hacía la mesura del bosque mientras las lágrimas empapaban mi vestido de novia.. Me detuve cuando ya mi pecho ardía y tomé de mi bolso el legajo con todas sus cartas de amor atadas con un lazo rojo, corté con la navaja el lazo y una vez libres las rompí en mil pedazo mientras las lágrimas me anegaban.. Sólo era mentiras.. Mentiras. Tomé de nuevo la navaja y sin dudarlo corté mis muñecas.. Sólo tardé unos minutos en morir.  Siempre me había dado miedo aquel bosque.. Sin embargo ahora era mi hogar.. Allí mismo vi morir a William en pleno duelo con Leopold.. Desde mi bosque vi partir el ataúd con mi tía.. Y en él fui testigo del paso de los siglos.. Y ya no sólo no lo veo aterrador.. Sino que he encontrado algo más aterrador a lo largo de los siglos y es que el mundo está lleno de Williams traicioneros y de Igraines que aún mueren por amor..

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